ANTOLOGIA DEL AMOR
"Este sabor de Lágrimas"
15
Gris y más gris. No estás, y yo estoy triste
De una tristeza apenas explicable
Con palabras, y de una imperturbable
Soledad, que por ti nace y existe.
Siempre de gris, mi corazón se viste:
Polvo y humo, ceniza abominable
Y la envolvente bruma irrenunciable
Que estaba ayer. Y hoy. Y que persiste.
Gris a mí alrededor. Contra mi mano
La nube espesa se va abriendo en vano
Porque el fuego que soy, no está encendido
Y hay niebla en lo que miro y lo que toco.
Ah, yo no sé... Tal vez te odio un poco
Porque está gris y llueve y no has venido.
26
Ni una palabra quedará, siquiera,
Amor que eras mi amor, que eras mi vida.
Ya no te digo adiós, ni hay despedida
Ni volveré a llorar por lo que fuera.
Dónde quedó el terror frente a la espera,
Dónde el pretexto fácil de la huida:
Estoy de pronto, como adormecida,
Brazos ausentes, párpados de cera.
Amor que eras mi amor, estas tan lejos
Que tu imagen se vela en los espejos
Y está la niebla donde había llamas.
Oigo que rondas pero no te veo,
Vuelvo a escuchar tu voz, pero no creo.
Ya no importa si estás ni si me llamas.
29
Alguna vez, de pronto, me despierto:
Un dolor me recorre tenazmente,
Un dolor que está siempre, agazapado,
Por saltar, desde adentro.
Entonces tengo miedo.
Entonces, me doy cuenta que estoy sola
Frente a mí, frente a Dios, frente a un espejo
Lleno de mis imágenes,
De rostros polvorientos.
Estoy sola, pero siempre estoy sola:
Es lo único cierto.
El amor era un huésped,
La soledad es siempre el compañero
Que permanece al lado, inconmovible.
Lo único seguro, verdadero.
Oigo mi corazón, vieja campana
Que dobla y que golpea,
Que rebota en las sienes y en la nuca
Y en la boca y los dedos.
Es cierto, tengo miedo.
Miedo de no poder gritar, de pronto,
De que ya sea demasiado tarde
Para un ruego.
La costumbre ahoga las palabras
Y alarga el desencuentro.
Ah, tantas cosas quedarán ocultas,
Perdidas, sin recuerdo,
Tantas palabras que no fueron dichas,
Tantos gestos.
Unos dirán: Yo sé, la he conocido,
Fue una ardiente rebelde,
Se desolló las manos y la vida
Por defender los que creyó más débiles.
Otros dirán: Yo sé, la he conocido,
Era dura, malévola,
Avara de ternura, con la boca
Mostraba su desprecio.
Alguien dirá: Y cómo sonreía...
Qué importa
Lo que vendrá después del gran silencio.
Claro que tengo miedo.
Así, en la madrugada
Mientras algún dolor - un dolor, siempre -
Va hincando sus agujas en mi cuerpo,
Abro las manos en la sombra dulce
Para atrapar mi soledad, de nuevo,
Y me quedo a su lado, sin moverme,
Con los ojos abiertos
La vida detenida.
Toda mi sangre es un temor inmenso.
Tómame entre las manos, No me dejes caer. Te necesito: Acepta este milagro. Tenemos que aprender a no asombrarnos De habernos encontrado, De que la vida pueda estar de pronto En el silencio o la mirada. Tenemos que aprender a ser felices, A no extrañarnos De tener algo nuestro. Tenemos que aprender a no temernos Y a no asustarnos Y a estar seguros. Y a no causarnos daño.
XIV
Voy hacia ti como una rosa viva Deshojada en distancias y en esperas. No lo sabes aún. Y no aceleras El encuentro en la hora decisiva. Voy hacia ti con precisión altiva. Y antes que yo - oscuras mensajeras Del porvenir - las grises hilanderas Van tejiendo la trama fugitiva. Estás en mí. Y no eres el culpable: Algo de tu presencia indescifrable Me dilata en las venas el latido. Y se estira en mi piel con grave alarde. Mis pájaros se alargan en la tarde
Y todo es tan perfecto, que ya ha sido.
XIII Julia Prilutzky Farny Quiero estar en tu sueño. Ser tu sueño. Penetrar más allá de lo que advierte La mirada sutil. Como beleño Recorrer, galopar tu sangre inerte. Quiero quebrar con definido empeño Toda defensa en ti: muralla, fuerte... Y adentrarme, crisálida de ensueño Más allá de tu vida y de tu muerte. Más allá de tu piel, y más adentro De toda sombre, y más allá del centro Desconocido, virgen, tembloroso... Y estar dentro de ti - seguro puerto - Como un paradojal milagro, cierto,
Presentido a la vez que pavoroso.
XV
Miedo de lo sabido y lo entrevisto, Temor a lo esperado y lo imprevisto, Congoja ante la nube y ante el lodo. Déjame estar. Así No te incomodo?... Abajo ya es la noche, y hoy has visto Cómo acerca el temor: aún me resisto Pero me lleva a ti de extraño modo. Déjate estar. No luches: está escrito. Desde lejos nos llega, como un grito O como un lerdo vértigo rugiente. Me darás lo más dulce y más amargo: Una breve alegría, un llanto largo...
Sé que voy al dolor. Inútilmente.
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