Delmira Agustini (Montevideo 1887 - 1914)
 

Primeros versos

     ¿Te acuerdas? El arroyo fue la serpiente buena...
     Yo muero extrañamente... No me mata la Vida,
 
 

El arroyo.

     ¿Te acuerdas? El arroyo fue la serpiente buena...

Fluía triste y triste como un llanto de ciego

cuando en las piedras grises donde arraiga la pena

como un inmenso lirio se levantó tu ruego.

     Mi corazón, la piedra más gris y más serena,

despertó en la caricia de la corriente y luego

sintió cómo la tarde, con manos de agarena,

prendía sobre él una rosa de fuego.

     Y mientras la serpiente del arroyo blandía

el veneno divino de la melancolía,

tocada de crepúsculo me abrumó tu cabeza,

     la coroné de un beso fatal, en la corriente

vi pasar un cadáver de fuego... Y locamente

me derrumbó en tu abrazo profundo la tristeza.

     Delmira Agustini.
 
 

Lo inefable.

     Yo muero extrañamente... No me mata la Vida,

no me mata la Muerte, no me mata el Amor;

muero de un pensamiento mudo como una herida.

¿No habéis sentido nunca el extraño dolor

     de un pensamiento inmenso que se arraiga en la vida

devorando alma y carne, y no alcanza a dar flor?

¿Nunca llevasteis dentro una estrella dormida

que os abrasaba enteros y no daba fulgor...?

     ¡Cumbre de los Martirios...! ¡Llevar eternamente,

desgarradora y árida, la trágica simiente

clavada en las entrañas como un diente feroz...!

     Pero arrancarla un día en una flor que abriera

milagrosa, inviolable... ¡Ah, más grande no fuera

tener entre las manos la cabeza de Dios!
 
 

    ¡Si la vida es amor, bendita sea!
          ¡Quiero más vida para amar! Hoy siento
                                que no valen mil años de la idea
                              lo que un minuto azul de sentimiento.

                                 Mi corazón moría triste y lento,
                              hoy abre en luz como una flor febea.
                              ¡La vida brota como un mar violento
                                donde la mano del amor golpea!

                              Hoy partió hacia la noche triste, fría,
                                  rotas las alas, mi melancolía,
                                como una vieja mancha de dolor.

                                 En la sombra lejana se deslíe...
                                  ¡Mi vida toda canta, besa, ríe!
                                ¡Mi vida toda es una boca en flor!